martes, 29 de enero de 2019

Una mirada al estómago del bebé desde su nacimiento

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La pancita de los bebés es muy delicada y peculiar desde su nacimiento, hasta por lo menos los seis meses de edad, cuando inicia la llamada etapa de alimentación complementaria, en la que varios procesos inician que asemejarán su funcionamiento digestivo al de un adulto.

El estómago del bebé recién nacido está recubierto de una población microbiana heredada de la madre, ya que durante el embarazo, al líquido amniótico llegan continuamente bacterias procedentes del intestino materno, atravesando la barrera placentaria. Este líquido amniótico es ingerido por el bebé y filtrado por sus riñones, atravesando todo su sistema digestivo y asentándose en él formando una especie de biofilm protector.

Si bien hasta el nacimiento es la dieta materna y su microflora la que influye directamente en la población bacteriana que obtendrá el bebé, tras el nacimiento es su propia alimentación la que ejerce esta influencia.

La leche materna contiene bacterias beneficiosas para esta microbiota, bacterias que ayudan al sistema inmune a evolucionar al asentarse en el estómago del bebé, mientras que la leche de fórmula es estéril, haciendo que la población microbiana de los niños alimentados con ella no evolucione de la misma manera.

Precisamente por esto, debemos al bebé un cuidado FUNDAMENTAL de lo que ingiere en estos primeros y muy delicados meses. ¿Lo sabías?

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