miércoles, 3 de octubre de 2018

Problemas de motricidad y movimiento en recién nacidos y bebés

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Si una cosa tenemos que tener siempre presente es que los recién nacidos y bebés nos muestran su desarrollo social y cognitivo principalmente a través de su desarrollo motor. Esto quiere decir, por otro lado, que lo que un niño estará en condiciones de aprender estará determinado por aquello que está en condiciones de explorar y conocer por medio de su corporalidad desplegada.
Por otro lado, esto quiere decir también que un bebé con problemas motrices necesitará de una atención especial para interactuar con el entorno por la capacidad faltante. Reconocer esta falencia y tratarla son el propósito de la entrada de hoy.

Los problemas motrices en los infantes suelen provenir de causas hereditarias y de nacimiento, como de causas circunstanciales. Las primeras, por ejemplo, involucran rigideces musculares por deformidades congénitas; las segundas, estas mismas rigideces por un esguince, por un malestar relacionado con cólicos, fiebre o enfermedad, etcétera. Ciertamente, estas “imposibilidades” físicas se traducen en una paralela imposibilidad motriz y una consecuente “insuficiencia” exploratoria que es la causa de los problemas cognitivos o las dificultades sociales o emocionales de las que hablábamos al comienzo.

Estas causas se tratan de dos maneras. La más sencilla es la identificación del problema circunstancial, es decir, el dolor o malestar ocasional que pone un límite al bebé. Esto se diagnostica primero con la mirada atenta de los papás y los adultos circundantes, y luego con el del médico pediatra en la consulta a raíz de lo observado.

Las rigideces musculares y dificultades de movimiento de leves a severas requieren la intervención de un especialista en fisioterapia infantil. Que sea especialista en “infantil” hace toda la diferencia del mundo, ya que el trabajo no puede encararse de la misma manera que un adulto. Ellos trabajan, además, con tantísimos bebés prematuros que, para decirlo de alguna manera, comienzan un poco tarde su entrada en el mundo, a diferencia de aquellos que llegaron a término y enseguida se pusieron en marcha.

Si creés que tu bebé puede tener algún trastorno de motricidad, no dudes en consultar a un especialista. Recordá siempre que sus primeros 24 a 36 meses de vida son claves en el desarrollo de las estructuras psíquicas y físicas que lo acompañarán toda su vida.
¿Preguntas? ¡Las leo!

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